

Cristo crucificado, Velázquez
- Óleo sobre lienzo de lino
- 100% pintado a mano
- Reproducción de un cuadro famoso
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| Autor: | Diego Velázquez |
|---|---|
| Título original: | Cristo crucificado |
| Título inglés: | The Crucified Christ |
| Tipo: | Cuadro |
| Estilo: | Barroco |
| Técnica: | Óleo |
| Soporte: | Lienzo |
| Año: | 1632 |
| Género: | Pintura religiosa |
| Se encuentra en: | Museo del Prado, Madrid. |
Velázquez demuestra un dominio magistral del claroscuro y de la anatomía humana. La luz, proveniente de un punto superior e invisible, modela el cuerpo con una delicadeza que resalta el volumen y la textura de la piel. El fondo oscuro, casi uniforme, elimina toda distracción y acentúa el contraste entre el cuerpo y la cruz, generando un efecto de suspensión en el espacio. El artista utiliza una paleta restringida, basada en tonos terrosos, blancos y matices rosados. La precisión anatómica del torso, la tensión contenida de los brazos y la caída natural de la cabeza revelan un estudio minucioso del cuerpo humano, llevado a un grado de perfección pictórica excepcional.
El cuadro muestra a Jesús ya muerto, reconocido por la inclinación de la cabeza, la rigidez de los brazos, la palidez del cuerpo y la herida del costado, abierta tras su muerte. La postura es equilibrada y serena, de una delicadeza que evita el dramatismo excesivo. El uso de cuatro clavos, en lugar de tres, responde a las enseñanzas de su suegro y maestro Francisco Pacheco, quien defendía esta disposición por fidelidad histórica y teológica.
Considerada una de las representaciones más sublimes de Cristo crucificado en la historia del arte occidental, esta obra de Diego Velázquez combina la precisión del naturalismo con una profunda carga espiritual. Reconocida como una obra maestra de la anatomía masculina, su equilibrio entre belleza formal y dramatismo interior ha inspirado a generaciones de artistas y escritores. La serenidad de la escena, despojada de todo elemento accesorio, concentra la atención en la figura central y transforma el sufrimiento en un gesto de quietud solemne. La composición evoca el salmo 45, verso 3: "Eres hermoso, el más hermoso de los hijos de Adán, la gracia está derramada en tus labios; por eso Dios te bendijo para siempre."
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